Escritor de fantasías
¿Quién
dicta mis palabras
y
argumentos
en
este lago solitario
de
la creación?
Las
voces van tomando su sitio
mientras
escucho el teclear
de
la vieja Rémington.
¿Qué
silencio hay en esta mesa,
donde
mis personajes saltan
vestidos
de turistas
a
observar lo que escribo?
El
día transcurre perezoso,
entre
líneas y cigarros
entre
frases y suspiros.
Algunas
hojas surcan el aire
como
apretadas bolas de nieve
o
van directo al cesto de basura.
Mientras
mis dedos apabullan si cesar
la
pesada máquina en danza siniestra,
donde hay blancos
rincones aleteando
y palabras
necias, aún sin estrenar.